Cuentacuentos cuentacuentos.... que nos vas a contar hoy...... era una tarde brumosa, los rayos del sol no alcanzaban a tocar el suelo de ese bosque..... mientras cuentacuentos seguía sentado en ese, su viejo tronco... Hoy les contaré la leyenda de Sir Perceval y el Unicornio Negro. Esta historia sucedió alrededor del año 1000 d.C. Y no se conocé quién fué su creador... Los niños permanecieron en silencio.
Sir Perceval y el Unicornio Negro*.
Anónimo.
El viejo bosque se encontraba frío debido a la llegada de las lluvias del verano, pequeños hilos de luz alcanzaban a escapar a las densas nubes que circundaban el bosque, las rocas húmedas, el olor a tierra mojada hacían único ese Bosque Mistico. Mientras tanto, a lo lejos se escuchaban las pisadas chapoteantes de un caballo. Aquel brioso caballo hacía mancuerna con un jinete, que parecía ser un caballero ya que cargaba con una lanza y un escudo con un Corazón de gules al centro.
Corría el rumor de que en esos tiempos había salido un valiente caballero del castillo del Rey Arturo en una búsqueda muy importante, si no es que la más importante de todas las búsquedas... el Santo Grial. Su nombre era Sir Perceval, hijo y hermano de nobles caballeros que habían muerto en batalla, solo quedaba él y su madre, sin embargo al momento de salir cabalgando en busqueda de ser caballero, su mamá murió de la pena de ver partir a su hijo rumbo a la muerte.
El escudo confirmaba su identidad, era Sir Perceval, que tras un año de haber emprendido la búsqueda, no había tenido éxito. Sir Perceval se sentía cansado y húmedo... su elegante caballo se resistía a avanzar, por lo que decidió buscar un lugar para pasar el resto del día y la noche, mientras a lo lejos se escuchaban truenos que anunciaban la llegada de una fuerte lluvia que se aproximaba rápidamente.
Sir Perceval decidió apresurarse para encontrar un refugio y apretó sus espuelas contra los costados de su corcel. Mientras cabalgaba comenzo a sentir el golpeteo de las gotas de la lluvia sobre su yelmo, por lo que decidió quitárselo para refrescarse un poco. Cual fue su sorpresa que al descubrir su rostro, logro devisar a lo lejos una vieja ermita, a la cual se dirigió con velocidad.
Descendió de su palafrén y quito las monturas dejándolo en libertad, mientas él se desvestía de sus armaduras mientras entraba en aquella vieja ermita que no tenía puerta ni ventanas. Se percató de que existía un agujero en el tejado por el cual se colaba mucha agua, por lo que decidió sentarse junto a la pared del lado contrario, mientras se relajaba un poco y escuchaba la lluvia y un río cercano.
Sir Perceval se había quedado dormido, cuando despertó se percato de que había obscurecido y que la lluvia se había detenido, se sentía cansado por lo que había decidido rezar Vísperas y volver a dormir. Mientas se encontraba en oración Sir Perceval comenzó a escuchar un fuerte galope que circundaba la ermita y pensó que era su corcél, sin embargo se percató de que su corcel estaba hechado justo fuera de la ermita, por lo que se sintió un poco alterado ya que se decía que en ese bosque merodeaban caballeros obscuros y demonios.
Se persignó de rodilla, se puso de pié y cogiéndo su espada se dirigió a buscar de donde provenía aquel estruendoso galope.
Salió de la ermita, mientas por el cielo viajaban las nubes lenta y sigilosamente, cuando de pronto se abrieron en un claro, dando entrada a la majestuosa luna llena, la cual iluminó el camino de Sir Perceval haciéndolo mas sencillo. Camino siguiendo el sonido de aquel galope aproximándose cada vez mas al paso del río. De pronto vió como del otro lado del río una sombra paso muy velozmente galopando. Se apresuró y se ocultó detrás de una serie de arbustos desde los cuales pudo enfocar para buscar a aquel jinete que montaba tan veloz corcél.
De pronto Sir Perceval quedó petrificado mientras veía acercarse a aquel corcel... ante sus ojos estaba algo que muy pocas personas habían logrado ver en todos los tiempos, algo que muchos buscaron durante toda su vida y murieron en su búsqueda. Ante la mirada de Perceval estaba el animal más hermoso creado alguna vez por Dios: el Unicornio Negro.
...Se decía por esos lugares que todos los unicornios que existían eran femeninos y que además, quién logrará ver alguno podría jactarse de haber conocido toda la gracia, la belleza, el amor y la locura de Dios...
Perceval salió de los arbustos caminando atónito y se colocó justo enfrente de aquél hermoso animal mientras una lágrima recorría su mejilla... El Unicornio Negro se detuvo frente a él al mismo tiempo y se quedaron mirando fijamente por un largo rato...
Mientras se miraban Perceval comenzó a pensar y a sentir muchas cosas, pensaba en la fortuna y la dicha que tenía de admirar tanta belleza, de encontrar a ese Unicornio Negro en su vida, de encontrar a un ser que su naturaleza era ser libre, ser un sueño, ser un mito... Al mismo tiempo tenía sentimientos muy profundos de encuentro, de pasión, de amor puro por el ser que tenía frente a él.
Al mismo tiempo aquel Unicornio Negro, sentía algo muy fuerte por ese caballero, un amor incontenible, una curiosidad inmensa... El Unicornio Negro comenzó a inquietarse moviéndo su cabeza de un lado al otro, sin embargo su mirada seguía encontrada con la del hechizado Perceval.
Perceval comenzó a sentir unas ganas inmensas de llegar hacia ese hermoso ser, tocarlo, abrazarlo, besarlo... por lo que se introdujo en el río queriéndo cruzarlo, sin embargo la corriente era muy fuerte y comenzó a arrastrarlo. De manera audaz, logro asirse a algunas ramas y logro salir, quedando tendido en la rivera... mientras muchas lágrimas descendían sobre su faz.
Así mismo el Unicornio Negro sentía un deseo inmenso por sentir las manos de aquel caballero acariciando su cuerpo, abrazándolo. Por lo que el Unicornio introdujo sus patas en el río buscando comenzar a cruzarlo, sin embargo debido a la fuerte corriente, decidió desistir.
Perceval se encontraba tirado en el fango llorando por su amor que veía tan cerca, pero a la vez tan lejano.
El Unicornio Negro seguía mirando fijamente a su caballero, -el unicornio era un ser hermoso, de pelaje negro brillante como el agua, con crines largas que parecían cascadas obscuras como el espacio, con un cuerno que parecía hecho de perla, sin embargo lo más hermoso eran sus ojos, que reflejaban amor, ternura, belleza, fuego, aire, agua, tierra...pasión, el cielo entero... los ojos de el Unicornio Negro reflejaban a Dios- aquel hermoso ser derramó una lagrima por su amor.
Las miradas tan profundas crearon un ambiente mágico en donde parecía que las almas de los amantes se hacían cada vez más grandes y se juntaban abrazandose a la mitad de aquel río.
A pesar de la inmensa dicha y alegría que sentía Perceval, comenzó a sentir una gran tristeza, porque sabía que por ahora nunca podría tener a el Unicornio Negro, ya que el Unicornio Negro era libre... Perceval quería quedarse ahí en ese lugar para siempre, contemplando a su amor, a pesar de que solo pudiese verlo o escucharlo, a pesar de que nunca pudiese sentirlo con sus manos... Mientras Perceval pensaba en ésto, misteriosamente el cause del río aumentaba rápidamente - El unicornio negro se levantó sobre sus cuartos traseros relinchando fuertemente sintiendo una gran desesperación caminando de lado a lado sin dejar de mirar a Perceval, buscando una forma de acercarse a él.
-Las miradas llenas de lágrimas entre los dos amantes no cesaban-
Perceval comenzó a recordar que tenía que seguir su búsqueda por el Santo Grial, su gran misión, mientras comenzaba a sentir un gran dolor en los más profundo de su ser, comenzaba a delirar por el amor de aquel hermoso ser, mientas quedó dormido, soñando que se encontraba con su amor, y eran iguales, vivian en un Kairos, su amor era eterno.
Mientras Perceval había quedado dormido a orillas del río, el Unicornio Negro entendió que aún no era momento para estar con su amado, todavía tenía que ser una fuente de leyendas, mitos, sueños, al igual que su caballero tenía que seguir su Santa Búsqueda. Con una mirada llena de lágrimas apunto hacia el caballero con su cuerno brindandole fortaleza, mucho amor y esperanza para seguir su camino mientras se volvían a encontrar en la eternidad. El Unicornio Negro, se voltéo y camino introduciéndose a aquel obscuro Bosque.
Perceval soñaba que estaba con su amada, mientras escuchaba fuertes relinchidos... de pronto abrió los ojos y su corcel se encontraba moviéndolo para que despertara, logró ponerse de pie mientras caminaban rumbo a la ermita, donde de imediato vistió sus armaduras y comenzó a rezar Laudes agradeciendo a Dios por el maravilloso encuentro que tuvo la noche anterior, encomendandole la petición de hacer que algún día se encontraran para vivir su amor plenamente, sin ningún río que los detuviera a mirarse. Se levantó persignandose. Colocó la cabalgadura sobre su palafrén, vistió su escudo y lanza, y lo montó.
Mientras comenzaba a andar pensaba en su amada, en que durante todo el camino hasta volver a ella nunca dejaría de pensarla, así como en ese momento él la podía sentir a ella. En el corazón siempre estarían juntos...
Y así aquel viejo y húmedo bosque, con olor a tierra mojada, despedía a aquel caballero, el más grande que nunca existió, habiéndo cumplido con su misión que era encontrar a esos dos amantes. Mientras se escuchaban las pisadas chapoteantes de su caballo.
Y es aquí donde termina la aventura entre Perceval y el Unicornio Negro.
Todos los niños que habían pedido al CuentaCuentos que actuara se habían quedado dormidos, y mientras sus padres los cargaban para llevarlos a soñar a sus camas. el Cuentacuentos pensaba para sus adentros - porque mis cuentos no lograran llamar su atención, tendre que hacerlos mejores, tendre que hacerlos sentir más- mientras rascaba su barba blanca y abandonaba su viejo y querido tronco, marchándose hacia su ermita.
En caso de querer seguir la aventrua de Perceval en su búsqueda del Santo Grial, te recomiendo leer: El cuento del Grial y sus continuaciones, de Chretién de Troyes, colección medieval de la editorial Siruela.
*Dedicado a el Unicornio Negro.